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domingo, 24 de enero de 2010

Diario de un abuelo




Quizás este sea el titulo,
de lo que jamás publicaré,
porque prefiero ser discreción que descaro,
agua calmada que ola,
horizonte que punto indefinido,
adjetivo que articulo,
hombre antes que memo,
y soñador antes que pedigüeño

Quizás el diario de un abuelo,
llegue a ser, el recorrido del torpe,
el andar de ese caminante,
que como dijo Machado y tambien Serrat,
hace camino al andar.

Supongo que con tantas obras,
tantas estalagnitas, tantos granos que le salen a la tierra,
de edificios de cuarenta plantas,
al modico precio de una vida mas un riños.

Supongo que tanta vida, por vivir, tanto desespero,
por llegar a la hora al trabajo,
por no perder el tren, o el metro,
por ser el primero en clase,
por ser el que tiene el movil más moderno,
y la ropa más guay.

Con todo ello nos olvidamos de lo que somos,
a que venimos y a lo que vamos.

Somos producto del consumo,
artificieros de la vida y de la muerte,
guerrillos cobardes contras nuestros miedos,
esclavos de nuestras manias,
drogadictos de lo que amamos, de lo que sentimos,
de lo que escuchamos.

Somos esa particula indivisible,
aunque somos dos el cuerpo y el alma,
el trabajador y el gandul,
el amante y el odioso,
el pedante y el triunfador.

Dos en uno al precio de una vida que,
por una calada al aire,
viciamos el aire y nuestros pulmones,
del humo de la desdicha.

Aun queda por decir, por cumplimentar,
el formulario de la vida,
atiborrandonos de esas experiencias,
que aun hoy por hoy,
no le hemos sabido sacar su jugo,
por todo ello maduran y perecen,
y se secan dentro de nuestra alma,
privandoles de la pubertad, de la juventud,
de la libertad y de la exactitud.

Autor: Fco. Peiró

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